miércoles, 9 de septiembre de 2015

El increíble caso de la vida menguante

Buenas tardes a tod@s:
En muchas ocasiones echo de menos haber tenido otro estilo de vida. Sobre todo últimamente. Muchos felices padres de familia no necesitan nada más que a su lindo matrimonio y sus retoños para ser felices. Una vida en la que, mientras tengas un colegio, la conversación de los otros padre con sus polluelos y, como extravagancia, algún restaurante para cenar alguna (no muchas ) vez con la esposa, ya con eso es suficiente.
Yo tengo el problema que nací rata de ciudad. Y es más, disfruto en ella. Me gusta poder levantarme y tener una gran oferta a mi alrededor. Porque también hay gente que lo tiene… y no lo disfruta. Yo sí. Y no me importa solo. Un parque, un paseo, un museo o una terraza..
Quien dice la ciudad también dice los amigos y conocidos. Quedar con unos y otros: llamar, improvisar un café o tener todo un mes de fines de semana con planes. Y que decir si se combinan ambas cosas: planes en la ciudad con los amigos.
Tuve suerte de nacer en Madrid. Soy un enamorado de la vida en la Villa y Corte. Desde el café de toda la vida con su camarero mayor detrás de la barra, a los rincones hípster o los más chic y pijos. Todo me vale. Ojo, que lo mismo seguro que diría si viviera en Barcelona, Londres o Berlín.
Por eso en sitios más pequeños me llego a ahogar. Valencia creo que marca el límite, entre ciudad-ciudad y pueblo agrandado. De ahí para abajo a la larga te ahogas.

Lo anterior es aplicable a España, y supongo que a nuestro “primer mundo”. Por eso cuando llegue a Santiago me chocó. Ya no todo era caminable, ya el metro no era un servicio público sino una tortura. Se acabaron las calles con escaparates a pie de acera, la oferta de teatro o cultura. Se acabó el tener mil cosas que hacer todos los findes…. Me he quejado una y mil veces. Daban ganas de gritar y chillar. Pero casi cuatro años después, sino acostumbrado, si resignado, logre hacerme una pandilla de gente, poder pasear por algún rincón, y encontrar mis pequeños apoyos que impidieran volverme loco. No mucho, no suficiente, pero al menos ahí…

Ahora, con los 40 soplándome ellos a mí, me encuentro con que el destino le mete un tijeretazo a mi vida nuevamente, y me veo viviendo en Lima. Cuando me mude a Santiago fue porque me echaron de mi casa a golpe de paro. Esta vez me veo teniéndome que trasladar sin una pistola en la cabeza, por seguir a Jorge y la carrera que en Lima se le abre. Pero yo ya conozco la ciudad, se lo que hay, y todo mi cuerpo se estremece ante la posibilidad de dar el paso. Una metrópolis de 7 millones que se reduciría para mí a Miraflores y algo de Barranco. Una nueva casa que desarmar y muebles que vender. Unos amigos que despedir y mucha soledad que volver a afrontar.
Es cansado. Agotador. La tarea de tener que volver a empezar de nuevo, de volver a intentar conocer gente, sitios, bares… pero con la limitación de que “mi ciudad” son apenas unas cuadras… y ni siquiera iguales en calidad.

Ojala fuera tan fácil como “me llevo a mi mujer y mis niños, una casa y un sofá, y listo”. Envidio esa sencillez, ese no necesitar nada más.

Puede que esto quede en nada y no me tenga que mover (que me da que no será así). Puede que me quede en Santiago. Pero pido no dar un nuevo paso atrás, que el caso de mi increíble vida menguante no termine con la poca razón que me quede. Puede que regrese a casa. Puede que recupere mi casa y amigos. Puede…


Besos&abrazos.

4 comentarios :

  1. Ni tu vida mengua, ni es tan fácil empaquetar una familia tampoco, exagerao... Difícil comenzar otra vez, seguro, difícil adaptarse a un par de barrios ¿residenciales? y no tener la vida de una urbe, también. Pero si te pones en el pellejo de los que nos quedamos aquí batallando con una rutina depresiva y asfixiante verás que a través de nuestros ojos tu vida es una aventura perpetua, joven, sin parar, dinámica, extravagante incluso y con su punto de glamour.
    ¿Que tienes que poner todos tus mecanismos sociales en marcha una y otra vez? pues sí, casi mejor que lo más emocionante que te pase sea un cumpleaños infantil. Ojo, con todas las alegrías que te dan los hijos, pero parece que tu dimensión adulta se esfuma, no sé hace cuánto no tengo una conversación que no sea acerca de hijas-familia-casa con mi marido. Ains!!
    Un besote enorme guapo. Todo llega y todo pasa.
    Al final, poner el mapa de sudamérica de fondo de tu blog ha sido casi "premonitorio" ¿eh?.
    Muack.

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    1. Hay una parte del Señor de los Anillos en la que Frodo y Sam discuten de esto precisamente. De como a quien lee las aventuras estas les parecerán estupendas, y como quien esta en ellas no tiene ni idea de como se ha metido, ni de como salir. Las cosas suenan bonitas....desde la barrera.
      Lo que pasa es que tu en el fondo (no muy en el fondo, mas bien en la superficie), no eres solo una madre. Eres mas y tu espiritu se te revuelve. Mi hermana es un ejemplo de lo contrario: ella es madre, y todo esto de viajar y moverse y cambiar de país y casa... Uf. La da pereza.
      No niego que tiene su punto... Cuando lo cuentas. Pero vivirlo es otro tema, y mas cuando para los 40 queda nada. Yo ya no quiero mas aventuras que un viaje al año en las vacaciones, y si puede ser de paquete turístico con todo incluido mejor. Lo que pasa es que toreo lo que me viene como puedo, y mientras grito, me quejo y pataleo, al menos le intento sacar algo bueno.
      Espero que el "todo pasa" sea así, y en no mucho pueda reirme de todo esto contigo, con un buen trago, desde una terraza con vistas a las Canteras.
      Un besazo

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    2. Soy madre, lo repito soy madre. Y no me conlleva sacrificio hacer lo que sea en beneficio de mis niños, pero no te equivoques, no me da pereza, cambiar de casa, ni viajar, ni cambiar de trabajo, ni hacer otra carrera, ni estudiar en el extranjero, ni comprarme ropa buena, de hecho me encantaría. Ir al cine a ver algo que no diga "cáscaras" en su diálogo, al teatro o sacrificar mi paga de Navidad en una cena con champan francés.
      Tú no lo recuerdas, pero cuando acabé delineación busqué un instituto en Dublín y otro en Boston para hacer el COU. Yo llevaba trabajando y pagando el cole desde los 15 y en ese momento mi nivel de inglés era magnífico. tenía algo de dinero ahorrado, pero no todo. Lo pedí prestado en casa, prestado, pensaba trabajar allá donde fuera y devolverlo, pero nadie me lo dio. Y me quedé.
      No conozco mi futuro, y no sé de lo que dispondré, pero quiero que cuando alguno de mis hijos me pida dinero para poder vivir aventuras yo pueda dárselo y si me lo piden para establecerse con una vida más convencional también. Ellos se irán y si puede ser con mi apoyo, con la red de una familia que no les agobie pero que pueda ayudarles de corazón. Quiero darles a mis hijos una estabilidad que yo no disfruté y tú tampoco, quizá si la hubieras tenido no serías tan crítico con ella. No es fácil mover una familia, (creo que es más fácil moverse uno sólo)y criar a unos hijos es todo menos sencillo
      Cada vida, cada elección, cada situación conlleva una renuncia. Lo importante creo yo, es que cuando mires a aquello por lo que renuncias a lo demás te valga la pena, te haga sonreir y sepas que volverías a hacerlo.
      Mamá dice mucho eso de que ella nos ha dado la vida. Yo creo que son mis hijos los que me han dado la vida a mí y a ellos doy las gracias y no al revés, y verles felices es lo que me mueve, o según tú lo que no me deja moverme.
      Aún así, nos vemos en Chile.

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  2. Buenas:
    Está claro que si dos respuestas de dos personas se parecen, y dan una interpretación que no pensabas tenía a un escrito, es que ese escrito está muy mal enfocado.
    No digo nada en contra de las familias, ni del apoyo, ni de nada de nada…. La comparativa que yo hacía era por la sencilla razón que yo no tengo hijos, con lo que mi vida gira alrededor de unas cosas que me están desapareciendo.
    Supongo que sería parecido a cuando en una familia los hijos ya salen de casa y
    te encuentras sin ese referente.
    En mi caso el referente son una serie de cosas que apenas encontraba en Santiago, pero que definitivamente no tendré en Lima (si finalmente me voy).
    He visto a compañeros y conocidos que, como su vida es su familia (y no tengo nada en contra), les da igual el donde estar, con tal de tenerlos cerca. Un caso fue Carlos en Polonia: se llevó a su mujer e hijas, y como están ya todos juntos, el resto le da igual.
    No os (y digo por Carola) lo toméis así. Sé que mover a una familia y todo lo que ello lleva es complicado: pensar en colegios, sanidad… No uno solo sino de mas, que van contigo.
    Mi problema es que yo eso no lo tengo. Yo me tengo que reinventar en cada ciudad y poder encontrar esas cosas que me llenan una y otra vez. Si de golpe me tocara irme a, pongamos, África, no tendría nada de nada. Si una familia va a áfrica, mientras haya buenos colegios y un buen barrio, el 90%
    de las cosas están hechas. No digo que sea fácil, pero una vez encontrado, la
    rutina es más parecida….
    Sé que lo de ir de lado en lado puede sonar genial, pero no
    es así. Y más cuando las ciudades donde vas cada vez son más un pueblo. En Lima perderé cosas como poder pasear cómodamente por la calle, ya que no es ni seguro en buena parte de la ciudad. O poder tomar un taxi tranquilo, ya que
    hay que negociar la tarifa antes. Ni bares, ni muchas de las cosas que me gustan. Yo no diría a nadie que me fuera a visitar a Lima, como si me gusta que vengan a Santiago.
    No os (repito que también va por Carola) enfadéis. Si he ofendido a quien tiene familia u otros valores que no son los míos, lo siento.
    Un beso

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