Hace no
mucho me he leído un libro titulado “Los caracoles no saben que son caracoles”,
de Nuria Roca (si,si.. la de la tele). El caso que había un párrafo que me gustó
mucho, y además de me hizo pensar.
<< Me
estoy haciendo mayor. Es algo que sientes justo cuando descubres que tu madre
necesita tu ayuda. Ese día tu vida cambia definitivamente y no hay vuelta
atrás. Las madres no pueden ser vulnerables, no pueden estar desprotegidas.
Ellas deben saber siempre qué hacer y en qué momento para solucionar los
problemas. Las madres no son mujeres, las madres son madres. Así es hasta un
día en el que todo cambia y eres tú el que tienes que ayudar. En ese momento te
toca a ti ser mayor y te pilla desprevenido. Estás solo, no hay red para
equivocarse y da mucho miedo >>
Con casi
todos los lectores de este blog por encima de los “taitantos”, creo que sabéis
que dice el párrafo. Eso lo acusamos aun más los de fuera, cuando vamos una vez
al año para casa y solo podemos estar unos pocos días. El viaje se hace con un
cierto punto de miedo. Miedo a que haya habido cambios, miedo a verla mayor. Una
amiga recientemente decía que se había asustado viendo a su padre, que lo había
sentido envejecido.
Las madres
son madres, y eso nos mantiene estables en la posición de hijos hasta el
momento en que faltan…. Y ya no somos hijos más. Solo padres, o hermanos, o
amigos….. Pero sin nadie que te llame con ese nombre que solo dice ella, sin
nadie que te diga hijo.
Para que
todos apreciemos más las llamadas pesadas, los “cuidadito” innecesarios, esos
detalles que hace que las madres sean madres… y que algún día echaremos de
menos.
Besos&abrazos.
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