Buenas tardes a tod@s:
Supongo que a los que tengo a este lado del charco sabrán lo
que hoy os voy a contar.
Pasado un cierto tiempo en un sitio que al final no es tu
casa, tienes que volver a plantearte ciertas cosas. Al principio, cuando
llegas, tienes mucho de lo que ocuparte como para ver donde estas. Hablas con
mucha gente, tienes muchos papeles que llenar, muchas cosas que ver…todo nuevo.
Una buena temporada te la pasas respondiendo a “¿Cuándo llegaste?”, “¿Qué
haces?”, “¿De dónde eres?” o “¿Te adaptas a Chile?”. Durante una buena
temporada el discurso pre hecho es lo que más tienes en la boca. Pero chicos, ¿sabéis?,
después de ir camino del año y medio, todo eso cambia. Muchas de las personas
que durante un tiempo contabas siempre a tu alrededor desaparecen. Y te tienes
que plantear de nuevo muchas cosas.
Es lo normal por otro lado. Al principio no puedes decir que
no. A cualquier cosa o acto al que te inviten, aunque sea porque eres novedoso,
te toca ir. Pero cuando ya llevas cierto tiempo, dejas de serlo, y además uno
mismo ha reflexionado y empiezas a querer cambios. No es que pienses en irte a
otro nuevo país (ya me vale con lo que he hecho), pero sí que ves como tu
circulo y las cosas que haces varían. Yo, por ejemplo, llevo sin salir
bastante. Si. Yo. Y no quiero una risa. Más de uno dirá que me he reformado, la
gran mayoría dirá que me he hecho mayor (repito: sin risas) Pero lo que pasa es
que te apetece variar de rutina. Por ejemplo, dedicar los fines de semana a
pasear por sitios que todavía no sabías que estaban y cenar en casa con amigos.
Y te sienta bien. Y estas mejor. Supongo como ya os he dicho que es lo normal.
Estoy seguro que en breve volveré a salir de juerga y pisar “la” discoteca que
hay aquí. Incluso volveré a quedar con personas de las que uno se ha
distanciado algo. Pero como debe ser, el péndulo nunca volverá al mismo
extremo, sino a un punto más centrado. A un punto mejor.