Buenas noches a tod@s:
Ya he recibido más de una queja de que mi folletín quincenal se había saltado alguna edición. Pues me salte solo la del fin de semana que llego Jorge a Chile. De eso no creo que haya nadie tan inocente como para imaginarse un remake de la casa de la pradera, porque eso sería no conocerme. Bonito?, si. Una gran alegría?, también. Pero de ahí a montar el numero en el aeropuerto y con más lagrimas que los españoles cuando ven las noticias económica, como que no.
Además el resto del fin de semana fue más bien a contrarreloj. Gracias a que el niño duerme como un bendito alla donde este, la mayor parte de las 14 horas de vuelo aprovecho para estar en los brazos de Morfeo sin que le regañaran por dormir de más, y llego bastante, bastante fresco a Santiago. Lo de contrarreloj es porque en un piso que solo ves una vez cada quince días puede haber algunas carencias, como vasos, cubiertos, platos, comida…. Detallitos vaya. Pero son cosas que cuando planificas juntar más de una docena de personas en casa puede que necesites. Más que nada por no servirle la comida a los amigos en el suelo. Así que desde prácticamente que llego teníamos que hacer compras.
El respiro fue en la comida. Restaurante chileno y su primer pisco sour. Snif, snif. Qué cosa tan bonita…. Y claro, que quien dice uno, dice alguno más. O una botella de vino. No sé, algo así seria porque cuando salimos del restaurante había aun más amor en el ambiente y la vista tenia de esa neblina que ponen en las teleseries…
Pero el tiempo era implacable, y debíamos preparar lo que aquí llaman junta. Y es que como bares de primera copa no hay, pues toca que la gente preste su casa para hacer fiestas. En este caso la mía con la excusa de la presentación en sociedad del mozo. La costumbre es que la gente lleve cosas a casa del pobre pringado que después tendrá que limpiar, pero para no quedar mal esta vez compre casi todo. Y eso incluye incluso unas banquetas porque en la casa no había de nada. Como siempre termino bien, y la reunión estuvo estupenda. Algo más de 15 personas en casa que se divirtieron haciendo las mismas preguntas de siempre al nuevo (pero de dónde eres?, y cuanto tiempo te quedas?, te gusta Chile?...), pero que la verdad es que ayudarían a que los días en los que Jorge iba a estar solo, no lo estuviera tanto. La noche se prolongo “un poquito”, y si no se llego a ver el sol es porque todavía amanece tarde. Cualquier sacrificio por el compañero del alma (y no quiero una sola risa).
El día siguiente fue cierta prolongación. Porque nos levantamos justos para comer con amigos, y comimos en un peruano. Adivináis la bebida típica en esos sitios? El sour!!. Y claro, tras tres de esos digamos que ya bien no íbamos. Mi casa pillaba cerca, había sobrado alcohol, la mierda allí seguía (es que nos levantamos muy justos)…. Y otra vez a casa a ver si batíamos el record de cogorzas consecutivas. No lo logramos, pero dejamos el listón bien alto. Yo porque no trabajaba el lunes, pero madre mía el resto….
Y si se acabo el finde. Dando pocas vueltas y muy atareados. Pero con el objetivo cumplido. De esa manera las siguientes dos semanas el pobre Joe, solo en una ciudad, continente y hemisferio diferentes pudo llamar a gente y salir a dar un vuelta, y no estar totalmente abandonado.
Gracias a que lo anterior ya estaba hecho este finde estuvimos mucho más relajados. De hecho si tengo que elegir un finde en Chile posiblemente seria este. Y es que al cumple que tuvimos el viernes, sumamos un sábado de los que más me gustan: teatro a las 17, vuelta por un mercadillo de antigüedades, cenar a raciones en un sitio típico chileno (La Piojera, un sitio peculiar donde los haya, pero que bien merece una visita o más), oír y ver bailar cuecas…. Y todo de forma improvisada, que en algún caso es como mejor salen. De ahí vuelta a mi casa a charlar y seguir tomando alguna copa, y después a la disco. Supongo que es la ventaja y el inconveniente de vivir en mitad de lo que hay de juerga en Santiago: yo no me tendré que mover tanto, pero sí que posiblemente limpie más que otros.
De teatro por cierto una adaptación del Principito realmente buena y original. No creo que ninguno de los niños que había se enteraran de algo, pero nosotros salimos encantados.
Y yo otra vez en Calama. Claro que mañana llega Jorge para pasar aquí unos días. Esto es sobre todo para que tengáis una referencia más de lo que es esto, y no solo penséis que el exagerado soy yo. Aunque me da que ahora no creeréis a dos en vez de a uno. Aprovechad de las fotos que suba a su face, que serán testigo.
Por lo demás igual. El trabajo terrible y yo más quemado que la pipa de un indio. Los jefes un poco atontados, y con bastante poca idea de que esto huele a catástrofe. Pero hay que resistir. Ha llegado a Calama otro grupo de españoles. En este caso gran constructora que va a hacer parte de los túneles de Chuquicamata (y Google está ahí para estas cosas). Y cuando hablas con ellos como siempre lo primero que sale a relucir, es que gracias a esto aseguran trabajo para tres años…. Quien pillara eso en casa… Pero bueno.
También es verdad que si Dios quiere me tomare 15 días de vacaciones el próximo mes, que incluirán el viaje a Baires y casi con toda probabilidad uno a la Patagonia chilena, aunque solo sea por no ver más arena ni polvo.
Pues la próxima crónica la escribirá Jorge, que ya que esto es un “semiblog”, también tendrá que tener una participación. Que por cierto, lo de ser portorriqueño de origen cubano, criado en Sevilla, viviendo en Madrid, trasladado a Santiago de Chile y sin un DNI definitivo en ningún país es como para terminar en el psicólogo.
Besos&abrazos a todos.