Vuelta al cole y vuelta a la rutina. Aunque aquí sea verano,
los colegios estén cerrados y no te tengas que pasar una vida en los atascos
yendo al trabajo, para mi enero significa un nuevo viaje de ida a Chile (o será
vuelta; a estas alturas ya no lo sé) y un nuevo aniversario de estancia. Y va
el tercero. Ya tres años desde que cruce el charco y medio planeta.
Claro que también significa que he estado en casa y que he
podido disfrutar de familia, amigos y Madrid.
Aunque lo primero, antes de todo, es disculparme. Intento
hacerlo lo mejor que puedo, pero es imposible. No me alcanza para a todos
vosotros veros y tomar siquiera un café. En muchos casos me preguntáis “y
cuando te vuelvo a ver?”, y no respondo por vergüenza que ese ha sido todo el
tiempo que he podido dedicar a una persona. Siempre me recuerda a las citas
rápidas, en las que vas cambiando de invitado cada 10 min con un toque de
campana. También reconozco que en muchos casos hago las cosas con cargo de
conciencia, porque sé que mientras hago algo que no sea visitar estoy perdiendo
la oportunidad de estar un rato con vosotros.
En cualquier caso el viaje fantástico. Carga las pilas y te
hace ver una vez más que por muy bien que uno pueda estar aquí, mi sitio y mi
hogar es Madrid.
Una advertencia que debieran de hacer en estos viajes es que
dañan seriamente tu figura. Aperitivo, comida y cena a base de comida
tradicional hace que en el aeropuerto le pesen a uno en vez de a las maletas.
En cualquier caso merece la pena. Valorar un plato de bravas solo se hace
cuando uno vive fuera…..
Otro detalle es que después del recuerdo que tenia del año
pasado, este he visto a la ciudad un poco menos triste. Me explico: algún
comercio más, algunas personas más con bolsas… Algo más de alegría vamos. No es
que sea mucho, pero al menos la sensación ahí está. También es verdad que con
uno de los grupos de la escuela que veo más de tanto en tanto, uno de los
compañeros estaba de amo de casa y otro había cambiado el casco por un
taxi. En fin….
Aquí las cosas tal y como se dejaron. Y encima con el verano
encima es como Madrid en agosto: todo parado. La única cosa es que hoy domingo
hemos despedido ya a Elisa, que se marcha a vivir definitivo a Brasil. Cosas
como esta te recuerdan que esto que se construye aquí tiene pies de barro.
Cuesta mucho levantarlo y en cambio es muy fácil que se deshaga. Sé que debe
ser así. De hecho hace ya 3 años pensé que mi vida en Madrid era para siempre,
y ahora estoy aquí. Es justo lo del asunto del mail: amantes, en este caso
familia, pasajeros.
Pues nada chic@s, volver a disculparme por no haber podido
ver o llamar a todos, pero es que hasta que no inventen los clones no tendrá solución.
Besos&abrazos