Hacía mucho que no escribía. Lo suficiente como para que el
mes de septiembre se haya echado encima y con el cambio de estación y de hora.
Porque aquí, al ir al revés, se adelanta ahora el reloj. Lo malo es que
decidieron hace un par de años el no seguir la norma, y hacen “horario restringido
de invierno”. En otras palabras solo están con el horario de invierno la mitad de
meses. Eso hace que en algunos meses llevéis en España 4 horas más, otras veces
5 (como ahora mismo) y en vuestro verano 6 horas de diferencia.
Y es que agosto paso muy rápido. Como sabéis estuve en casa.
Eso significo que aproximadamente el mes antes tuviera que estar trabajando de
lunes a domingo. Un ritmo un tanto frenético. Con la ventaja eso si que la
espera hasta estar en Madrid se paso muy
rápido. Casi tanto como los pocos días que estuve allí. Lo primero es
disculparme si a alguien se me paso llamar, ver o hablar. La verdad es que esta
vez fui un tanto egoísta con los días, y me dedique solo a descansar y no hacer
nada. No hubo demasiado paseo por la Gran Vía, nada de juerga y poco de
moverme. En cambio dio tiempo a comer mucho (empanadas y cocido del que intento
ahora desprenderme….), ver a gente, coger un moreno que aquí dio envidia y
mucha madre y familia. Eso de estar en casa, sentirse en casa, en tu lugar….
Puffff. Es una maravilla. Por mucho que aquí estés más o menos bien, nada como
volver a las costumbres de siempre.
También daros las gracias a todos. La barbacoa fue fantástica,
y aunque el grupo era algo heterogéneo, resulto muy bien. Sé que Guadarrama no
pilla al lado, que era el puente, y que el al final el grupo fuera grandecito
es para eso: daros las gracias. Punto y aparte son los que desde Barcelona y
Alicante os desplazasteis a Madrid. Lo dicho: gracias.
Y es que el problema o ventaja de ir a la capital el 15 de
agosto es que no había nadie. Una ciudad preciosa y vacía para disfrutar. Una
ciudad para poder caminar y estar en la terraza del Bellas Artes disfrutando de
la puesta de sol. Restaurantes donde no hacía falta reservar y sitio en las
calles para aparcar. Una autentica gozada la verdad.
La vuelta es otro tema. Es volver a la rutina, y solo la
ventaja de tener un taco de trabajo hace que el síndrome postvacacional no le
lleve a uno al psiquiatra. Y es que fue volver al invierno, no al otoño o al
final del verano. No. Es pasar de 31 grados a las doce de la noche en Gran Vía
a 6 grados y lluvia. Claro que aquí eso ya se ha acabado. Ni el invierno es muy
crudo ni el verano es el de Sevilla. Y así hoy, en lo que sería la primera
semana de marzo de casa hemos estado a 25 grados, y el mail os lo escribo desde
la terraza tomando un poquito el sol.
Septiembre aquí además significa Fiestas Patrias. Es la
fecha en la que conmemoran la independencia, y la única vez en la que tienen
tanto día junto de vacaciones. Para que os hagáis una idea es como una especie
de Navidades pero en plan nacionalista. Porque Arthur Más no se ha enterado todavía,
sino lo importa a Cataluña. Hasta luces tipo navidad ponen por las calles pero
con la bandera de Chile. Como todo lo hacen al estilo gringo, empiezan con la
matraca 20 días antes y tienes desde “ofertas patrias” en el supermercado a
banderitas en los coches. Una mierda vaya. Sobre todo si eres español.
Yo lo que he hecho es
programar para largarme. Y así esa semana me la pasare conociendo la capital
del virreinato: Lima. Como la describe mi jefe “África con blancos” (y blancos,
blancos, no muchos…). Ya os contare. Eso sí, dicen que se come de maravilla. Ya
os contare y mostrare en alguna fotillo.
Pues nada más. Esta vez ha sido algo más largo el mail, pero
como no había escrito hace mucho, tocaba ración doble.
Besos&abrazos.